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20 de julio 1810

Independencia de Colombia, 20 de

julio de 1.810

 
 
 
 
 
 
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Arribaron al Virreynato provenientes de España, los comisionados regios entre los que se encontraba don Antonio Villavicencio, en el mismo momento en qua una vez enterados de los acontecimientos peninsulares (Deposición del rey a favor de los Bonaparte), los criollos de la oligarquía en Cartagena se dividían en opiniones entre obligar al gobernador Montes a compartir el poder con ellos y aquellos que además de apoyarse en el pueblo querían derrocar al gobernador.
Villavicencio se sirvió de las amplias facultades de que estaba investido para promover importantes cambios en favor de los criollos y obtuvo del gobernador, no sin grandes trabajos, que aceptara las exigencias de los patricios cartageneros, a fin de debilitar, por este medio, al partido de popular, cuya evidente peligrosidad no se ocultó al Comisionado. Así el 22 de mayo de 1810 se acordó que el cabildo administraría junto al Gobernador, prestando además juramento de obediencia a don Fernando VII y al consejo de Regencia.

 
Mapa del Virreynato (Nueva Granada - Colombia)
Mapa del Virreynato (Nueva Granada - Colombia)
 
Una vez hecho esto Villavicencio se informó del estado del virreinato, elaborando una carta al Consejo de regencia en los que se unía a los clamores de los granadinos quienes se quejaban del maltrato por parte de los españoles gobernantes y, solicitaba se les nombrara en cargos importantes a una serie de personalidades criollas, con lo cual el malestar desaparecería.
 
Sin embargo la situación en Santa fe de Bogotá empezaba a tornarse seria, ya que las noticias de lo hecho por Antonio Villavicencio en Cartagena, no le agradaba al Virrey Antonio Amar y Borbón ni a sus Oidores Alba y Frías, quienes planeaban como desbaratar con medidas de represión al partido criollo local. Su idea era empezar a elaborar procesos en contra de las principales personalidades criollas con la intención de juzgarlos como traidores a la corona y ajusticiarlos si fuese necesario. En medio de este clima y del trato desdeñoso de los “chapetones” hacia los granadinos, se movía un pueblo hastiado que buscaba en la medida de sus posibilidades algo diferente, opciones que se empleaban los futuros conductores del país desahogándose a través de tertulias literarias, como fueron la Academia Eutrapélica, el Círculo del Buen Gusto; la Sociedad Patriótica y la decididamente revolucionaria el Círculo Literario, presidido por don Antonio Nariño. A partir de estas sociedades se creó una junta de notables integrada por autoridades civiles e intelectuales criollos entre los que destacaban: José Miguel Pey, Camilo Torres, José Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Morales, José María Carbonell, entre otros.

 
Virrey Antonio Amar y Borbón
 
Los revoltosos ignoraban lo que se tramaba contra ellos y estaban exultantes por la próxima llegada del Comisionado en quien veían un apoyo a sus reclamaciones. Una situación paradójica se presentaba en junio de 1810, ya que el Virrey dudaba mucho de las intenciones de Villavicencio y no quería verlo por Bogotá, en tanto los personajes criollos hacían alardes del banquete que le tenían preparado en la casa más lujosa del pueblo. Sin embargo, en los primeros días de Julio se enteraron los criollos, por la indiscreción de un funcionario del gobierno, de la existencia de la famosa "lista" de las personas que debían detenerse preventivamente y de los. Aunque sólo conocieron los primeros nombres de la lista, fue suficiente para alarmarlos y para que súbitamente se acabase el optimismo que había despertado la anunciada llegada de Villavicencio.
 
Sumado a lo anterior,  las confusas noticias sobre la fecha del arribo a la capital del Comisionado, quien se encontraba todavía en Cartagena, sembraron la desesperación que no se convirtió en pánico debido al oportuno conocimiento que tuvieron de las insurrecciones ocurridas en Caracas y Pamplona, donde se habían derrocado a las autoridades locales y  reemplazado por Juntas "conservadoras de los derechos de Fernando VII". Esta solución se presentó a los ojos de los criollos como la única alternativa que podía salvarlos de las medidas decretadas por los españoles gobernantes, por tal razón Acevedo y Gómez le escribe a Villavicencio: “Cada instante que corre hace más necesario el establecimiento de la Junta Superior de Gobierno, a imitación de la de Cádiz y compuesta de diputados elegidos por las provincias, y provisionalmente por el Cuerpo Municipal de la Capital”.
 
Las reuniones en casa de Acevedo y Gómez, donde se discutían las diferentes opciones a seguir, estaban siendo constantemente vigiladas, lo que les obligó a buscar un lugar más discreto. El lugar preciso se encontró a mediados de Junio en el Observatorio Astronómico dirigido por el sabio Francisco José de Caldas de quien no existían sospechas. En ellas se trataba de encontrarla manera de utilizar al pueblo para contrarrestar una posible intervención de las milicias, sin tener que agitar demasiado al populacho, que los magnates criollos, recordando la experiencia de los Comuneros, juzgaban peligroso, y sin adquirir compromisos políticos con el pueblo, tan menospreciada por ellos. Estas ideas hicieron que se dejara de lado de estos encuentros a Antonio Nariño, quien siempre pensaba en un auténtico levantamiento popular y no limitado a la “élite” criolla.
 
Francisco José Caldas
 
En estas reuniones y por iniciativa de Antonio Morales, se propuso promover un incidente con los españoles, a fin de crear una situación conflictiva que diera salida al descontento potencial que existía en Santa fe contra los Oidores de la audiencia española. La ocasión era propicia porque los abusos de poder cometidos por las autoridades y la corrupción del Virrey habían deteriorado su prestigio y los patricios criollos, en su calidad de víctimas, se habían ganado una simpatía transitoria, con que no contaron en épocas anteriores y que les sería de gran utilidad.
 
No obstante el incidente esa solo una parte del plan, ya que lo importante era conseguir que el Virrey, alarmado ante los disturbios que se presentarían, constituyera ese mismo día la Junta Suprema de Gobierno, presidida por el señor Amar e integrada por los criollos Regidores del Cabildo de Santa fe. Así que la magnitud de los disturbios no debía ser mucha para evitar un despertar del pueblo, sólo lo suficiente para que los soldados no entraran en acción. Con tal fin se habló con el capitán Antonio Baraya, familiar de un conjurado, para que los militares se quedasen quietos y actuara tan sólo cuando el Virrey hubiese constituido la Junta deseada.
 
El incidente se planeó para el viernes 20 de Julio cuando la Plaza Mayor estaría llena por ser día de mercado. Convinieron que don Luis Rubio fuera ese día a la tienda del reconocido comerciante español de avanzada edad José González Llorente, quien tenía fama de escandaloso, a pedirle prestado un florero o un adorno para decorar la mesa del banquete a Villavicencio y que en caso de una negativa, los hermanos Morales, quienes estarían allí “por casualidad”, procedieran a agredir al español. En el caso de que el comerciante prestara el florero o se negara de manera cortés, Francisco José de Caldas pasaría a esa hora por el almacén de Llorente y le saludaría, lo cual daría oportunidad a Morales para reconvenirle por dirigir la palabra a un "chapetón" enemigo de los americanos y dar así comienzo al incidente. Este papel le agradaba mucho a Antonio Morales, quien por cuestiones de negocio, odiaba de manera cordial al español.
 
 
El 20 de Julio
 
Un último intento de convencer al Virrey para formar la Junta de Gobierno, realizado a petición de algunos regidores prudentes, fue rechazado por éste a las 11 am del 20 de Julio. Esta negativa convenció a los vacilantes y todos los conjurados tomaron sus “posiciones” tal como lo habían planeado en los días anteriores.
 
Poco antes de las doce del día, Luis Rubio llega al almacén de Llorente y le comenta sobre el banquete a Villavicencio y le pide prestado el florero como adorno. El comerciante se negó, tal parece que en primera instancia no utilizó términos despectivos o groseros, más bien adujo que lo había prestado otras veces y se estaba maltratando, disminuyendo su valor. Tuvo que intervenir Caldas y salvar la situación haciendo que Morales criticara al sabio por saludar a “este sastrezuelo que ha dicho mil cosas contra los criollos".
 Morales y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el español había dicho: “Me cago en Villavicencio y en los americanos”, afirmación que Llorente negó categóricamente, al tiempo que se dirigía al interior del almacén para evitar un altercado. Morales no quiso perder la oportunidad, siguiéndole y propinándole una golpiza, de la que se salvó por poco Llorente, gracias a la intervención del coronel Moledo quien lo llevó a una casa segura. Este coprológico comentario fue llevado por la plaza por medio de la boca de los demás conjurados alborotando al pueblo y gritando además “!Cabildo abierto¡ ¡Abajo el mal gobierno! ¡mueran los chapetones!”. Pero el pueblo no tenía ni idea de lo que significaba un cabildo abierto, habilidosamente los dirigentes del motín se mezclaban con la comunidad, incitándolos a rebelarse contra las autoridades y a constituir un gobierno propio, con hombres de su misma sangre y de su misma tierra. La turba compuesta indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres actuaba por reflejo y empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas, atacando además de las casas de los oidores, las tiendas y almacenes de cuanto español viviera en Bogotá.
 
 
Reyerta Morales-Llorente 
 
Tienda de González Llorente, hoy Museo del 20 de Julio  
 
 El virrey Amar y Borbón desde su palacio, observaba con alarma la situación que se escapaba de sus manos, escuchando opiniones dispares de sacar la tropa a la plaza y la de buscar un compromiso con la oligarquía criolla. El coronel español Juan Sámano, le pidió permiso para salir con el ejército y dominar la situación en minutos, a lo cual el Virrey temeroso de lo que ocurriría se negó. Esto facilitó la tarea del Capitán Baraya quien pudo atraerse a varios oficiales afirmando que la revolución no era contra España, sino un acto de legítima contra unas autoridades corruptas, que tenían el proyecto de entregar el Reino a Napoleón.
 
Hacia las 4 de la tarde la multitud enfurecida ya no distinguía a los ricos fuesen extranjeros o criollos, de manera que varios de los cabecillas habían salido de las calles, pensando en salvar sus vidas y en proteger los bienes. Sin embargo, como la mayoría de la muchedumbre revoltosa vivían en los alrededores de la ciudad, hacia las 5 pm la presión había disminuido y lentamente la tranquilidad empezaba a apoderarse de la plaza. Ante la inminencia de que todo el movimiento estuviera a punto de fracasar, Acevedo y Gómez decide salir de su casa y se dirige al ayuntamiento con la intención de reunir al cabildo y juntos arengar al pueblo para evitar la dispersión. A pesar de su resolución sólo consigue reunir unos pocos regidores y la multitud seguía dispersándose, impetuosamente sale al balcón del cabildo y llama al pueblo “A no olvidar que la suerte de todo el Nuevo Reino de Granada dependía del resultado que tuviera ese movimiento”.
 
Para no perder el entusiasmo del momento, desde el mismo balcón Acevedo Gómez, comenzó a designar las personas que debían formar la nueva Junta de Gobierno, cuyos nombres eran vitoreados por la gente aunque no los conociesen, todo esto debido a que entre la población había algunos confabulados que aupaban a las personas. Sin embargo, y como lo comentaban personajes testigos oculares de los acontecimientos, no todo fue unanimidad y entre los elegidos se colaron a muchos que no tenían un verdadero mérito y lo que generó mucho más tarde en la llamada “Patria Boba”.
 
A pesar de que ya había una junta, la mayoría de los que la conformaban no habían llegado al sitio y hacia las 6:15 pm la gente de la plaza continuaba disminuyendo. Esta situación hacía que el Virrey pensara que el “bochinche” levantado no tendría mayores consecuencias y se extinguiría en medio de la noche. Alrededor de las 6:30 pm cuando ya comenzaba a oscurecer, el movimiento criollo estaba al borde del colapso, ya que los regidores y vocales nombrados para la Junta de Gobierno tenían temor de embarcarse en esta aventura cuyas perspectivas de éxito no pintaban bien.
 
Acevedo Gómez mostrando un coraje grande trataba de evitar la dispersión y luchaba solo, por salvar la causa del desastre y finalizaba su arenga con una invitación famosa que se inscribiría en letras de oro en la historia de Colombia y por la cual se ganó el apelativo de El Tribuno del Pueblo: “Si perdéis este momento de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes; ved (señalando las cárceles) los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan”. Estas palabras reflejaban la última llamada desesperada para no perder la efervescencia.
 
José Acevedo Gómez "El tribuno del Pueblo" 
 
 
 José María Carbonell
 
Es en ese momento cuando se materializa el accionar que durante los minutos previos había llevado a cabo José María Carbonell, quien acompañado de un grupo de estudiantes y amigos va a barrios populares y con su elocuencia convence a la gente de ir a la plaza mayor para demostrarle al virrey el apoyo que tenían los insurrectos, ofreciéndoles llenar sus aspiraciones y colmar las esperanzas de libertad dentro de un escenario en el cual se veía venir un cambio de autoridades y un cambio de régimen con los primeros indicios de una nueva nación. Esta masiva intervención popular dio un giro a los acontecimientos y el Virrey no tuvo más opción que ratificar la Junta que ya habia firmado un acta y compartir el poder nominalmente
 
Firma del acta de Independencia
 
 El día 25 de Julio se difundió la noticia de que el Virrey planeaba un ataque al pueblo y junto a su esposa fueron apresados en un sitio adecuado con prisión domiciliaria y la Junta de Gobierno comenzó su accionar sin él. El 1 de Agosto le comunican desde España que debía entregar su cargo, por lo que es puesto en libertad para que prepare su partida, sin embargo el 13 de agosto es llevado a una cárcel común, lo que no agradó a los miembros de la Junta, quienes consideraron la medida como drástica, y por orden de Camilo Torres fue liberado con su esposa. El 15 de agosto son deportados primero a Cartagena y más tarde a España.
 
 
Autor:daniel
 
 
Bibliografía
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- Bilbioteca Luis Angel Arango
- bicentenarioindependencia.gov.co/
- Revista Semana
- Diario El Espectador (Colombia)
- todacolombia.com/20julio.html
- Wikipedia
 

4 comentarios

paula -

todo esta tan pero tan pero tan completo que lo entendi may bien y en mi tarea me calificaron muy buena nota (100), y por ultimo les doy gracias por esta gran informacion shaloom

angela -

gggrrraaaccciiiaaasss¡

angela -

mmmmmuuuuccchhhaasass gggrrraaaccciiiaaasss¡¡

angela -

como lo dije en la pagina anterior mmuucchhiissiimmaass gracias a esta pagina.